sábado, 22 de noviembre de 2008



Me creí capaz de soportar
la distancia que nos separa.
Me creí capaz de soportar
el futuro que me depara.
Entregaría mi vida entera
si a cambio te pudiera ver.
Pido a quien me escuche,
pido a quien me ayude,
al oscuro cielo decorado
o puede que al diablo
(no sé ni con quién hablo);
apiádate, por favor, de mí.
Me has hecho sufrir,
me estrangulas cuanto puedes,
me estrangulas cuanto quieres.
¿Te hace reír?, ¿te diviertes?
Escucha mi ruego,
yo ya más no puedo.
Adiós, aire. Casi no respiro.
Y en mis póstumos segundos,
creo oírte en un delirio
que me arranca el corazón.
No he llegado a comprender
hasta mi propia expiración
que la gente tenía razón,
que hay amores que matan.
De repente sueltas mi cuello
y despedazas mi corazón.
(o lo que quedase de él).
Te ríes a carcajadas
y me restriegas en la cara
que nunca fui amada,
que nadie daría nada
por curar mi pobre alma,
que me dejaron tirada.
Paro y pienso que tiene sentido,
una vez que haya muerto
para aquél al que amé
nunca habré existido.
En esto pensaba cuando Muerte
me castigaba a la condena
a desangrarme y sufrir por la pena
por toda la eternidad.

No hay comentarios: